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Cambié el wellness por el wholeness

Cambié el wellness por el wholeness

Durante muchos años de mi vida tuve que lidiar con el sobrepeso, especialmente en la adolescencia, una etapa en la que lo que más deseas es pertenecer y ser aceptada. Después de pasar por todas las nutricionistas y médicos, de tomar pastillas para adelgazar, hacer masajes reductores, matarme en el gimnasio y no ver ningún resultado sostenido, desarrollé un trastorno de alimentación: una obsesión con la comida. La contaba, la pesaba, me generaba estrés, rumiación mental y, por supuesto, nada de libertad.

Dediqué muchas horas de estudio en mi carrera de Psicología, me formé en coaching de medicina funcional, abrí una tienda saludable y creé el programa Beinnergy con una intención clara: ofrecer la mejor comida posible. Orgánica, local, con superalimentos, comida real, limpia y nutritiva. Mi propósito era darle al cuerpo la mejor alimentación funcional, pero aún faltaba una pieza clave… y yo todavía no la veía.

Un día decidí hacer un curso en la Universidad de Harvard. Allí entendí, de la mano de profesionales y expertos, que no solo la comida nos alimenta: el sueño, el descanso, la meditación y el movimiento también son fundamentales para alcanzar un peso saludable y un verdadero bienestar. Podemos comer lo mejor, pero si no integramos estas prácticas y hábitos, no logramos resultados reales ni sostenibles.

Con el tiempo comprendí que el wellness es un buen comienzo, pero no es el destino. El concepto de wellness me ayudó a tomar conciencia de mi cuerpo, de mi energía y de la importancia de cuidarme. Sin embargo, también puede volverse una lista interminable de cosas por hacer: comer sano, dormir bien, hacer ejercicio, meditar… Y si no cumplía con todo, aparecía la culpa. Si lo cumplía, igual sentía un vacío. Era como perseguir una perfección inalcanzable, generando más estrés (cortisol). El cortisol, a su vez, eleva los niveles de azúcar en la sangre, yendo en contra vía de los resultados que buscaba.

Entonces conocí el concepto de wholeness, que significa “estar completa”, “plenitud” o “integridad”. Y aquí todo cambió. Ya no se trata solo de estar bien, sino de sentirme completa, de aceptar todas mis partes, incluso aquellas que no encajan en el molde del “bienestar perfecto”.

El wholeness no me exige tener la vida bajo control, sino honrar mis ritmos, mis luces y mis sombras. Porque eso somos: seres duales viviendo en un mundo polar. No podemos perseguir únicamente “estar bien” ni mostrar solo nuestra luz. Se trata, más bien, de ser vulnerables, de aceptar que a veces no estamos bien, no pensamos bien y no queremos seguir listas de bienestar. Y eso también está bien. Se trata de no luchar contra nosotros mismos por ver nuestra sombra, sino de amarnos sin condición. De reconocernos suficientes en este momento, incluso si no estamos bien.

 ¿Te has preguntado cuánta energía perdemos luchando contra nuestros propios impulsos?

El concepto de wholeness dejó de fragmentarme. Me permitió verme como un todo ya conectado, en coherencia, en atención a mi interior, y no solo a un checklist de lo que “se debe hacer”. Aceptar que todo es válido: el hacer y el descansar, ambos me hacen plena. Incluso los momentos imperfectos forman parte de mi plenitud.

Si quieres probar como es alimentarte con los principios del wholeness, visita nuestro restaurante en Armenia.

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Cra 14 calle 27 Norte 80- Local 103

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